El Mercurio
No se trata de llegar y estudiar, como asumiendo que "con un MBA" me tienen que reconocer. Cualquier programa de perfeccionamiento que emprendan los trabajadores debe responder a una demanda bien concreta y real de parte de los empleadores pues, de no ser así, el esfuerzo se traduce en palmoteo de espalda, pero nada de plata ni ascenso.
Un estudio que la consultora Dynamisa realizó entre 92 ex alumnos de programas de MBA de las universidades de Chile, Católica, Adolfo Ibáñez, Alberto Hurtado, Harvard, Kellogg, MIT y de Georgia revela cómo los noveles se nutren de conocimiento y autoestima, pero de escaso reconocimiento de sus jefes.
Luego de estudiar, el 85,52% de los encuestados no recibió estímulo de ningún tipo de parte de la empresa en que trabaja y el 35% no recibió apoyo mientras estudiaba (flexibilidad de horario, por ejemplo).
En el caso de las mujeres, la situación es más difícil. El 83% de ellas dice que no recibió ningún estímulo y el 61,11% dice que no tuvo ninguna facilidad de parte de su empleador para desarrollar sus estudios.
Lo bueno es que de la puerta para afuera sí hay reconocimiento e interés. Más del 50% de los participantes recibió más ofertas laborales una vez que egresó, sobre todo aquellos que estudiaron en escuelas extranjeras. El 81% dice que el mercado valora más a quienes estudian en el exterior.
El director de Dynamisa, Álvaro Larraín, cree que los resultados del estudio vienen a ratificar un hecho que a esta altura resulta difícil de refutar: el tipo que hace un MBA tiene "otro precio" para cualquier empresa que lo quiera levantar, pero no siempre para el actual empleador, quien generalmente no cambia mucho su visión sobre el afectado.
El jefe se forma imágenes que no tienen mucho que ver con el grado académico de los subordinados, sino con un abanico de otras variables que conforman el perfil deseado. Por eso, siempre es mejor averiguar cuáles son los planes que la empresa tiene para usted antes de atarantarse con cualquier curso.