La Tercera
En un momento en que parecieran correr brisas de reactivación en Chile, puede ser oportuno recordar una historia real ocurrida hace algunos años cuando ejercía para una gran empresa industrial francesa. Grande, de unos 55 mil millones de USD de facturación anual de 1995. Era habitual que el Director Ejecutivo reuniera, un par de veces al año, a un millar de gerentes con el fin de mantenerlos al tanto de la marcha de la compañía y de la situación del mercado, así como de sus perspectivas inmediatas.
La exposición, como de costumbre brillante -concisa, completa, aterrizada-, derivó en esa ocasión inadvertidamente hacia las confidencias. El alto ejecutivo sintiéndose cómodo con su auditorio, confidenció: "la verdad es que casi no pasamos agosto este año" dijo.
Prosiguió con su detallada explicación: "Hace unas semanas y después de una larga reflexión le solicité una entrevista al accionista principal y presidente del Consejo de Administración. Le dije, presidente, me pregunto si no habrá llegado el momento de reconsiderar radicalmente nuestra posición y estrategia".
"Figúrese, en estos últimos 36 meses hemos hecho todo lo que había que hacer: racionalizamos la administración, reagrupamos procesos industriales, introdujimos procedimientos de "justo a tiempo", renovamos las líneas de productos, reorganizamos logística y sector comercial, reordenamos las estructuras y las cosas no mejoran, al contrario, al parecer, empeoran".
"Comprendo", respondió el presidente, "He visto los esfuerzos desplegados y confío en su juicio e intuición. Concédame, sin embargo, unas horas para meditarlo y con el objeto de facilitarme la decisión desearía conocer su opinión respecto a si usted cree que la situación que atravesamos es comparable, peor o mejor que la que vivimos entre 1914-1918 o entre 1940-1945", agregó.
El director ejecutivo comprendió al instante, caviló unos segundos y terminó por sonreír. “Mensaje recibido, presidente, pasaremos este agosto y muchos más. Gracias por hacerme ver este aspecto del problema. Preocupado del día a día a veces estas cosas a uno se le escapan. Por mi parte me vuelvo a trabajar con mi gente con renovada energía y convicción” sentenció el alto ejecutivo.
Esta empresa nació en 1766. Esto significa que varias generaciones, comenzando por el fundador, vivieron sucesivos altibajos, ciclos de alza y ciclos de baja, aprendieron a pensar a largo plazo y a conservar la calma. Saben que cada año trae un mes de agosto, pero también un febrero, en el que se cosecha. Y saben también que no todos los años tienen que ser iguales. Aprendieron que una empresa capaz de sobrevivir más de 200 años y atravesar -entre otros- dos guerras mundiales en su propio mercado, pasa cualquier agosto. Esto lo saben las economías desarrolladas de Europa y EE.UU. Y dado que estamos formalizando con ellos tratados de libre comercio, aprovechemos también su experiencia.
En 1998 empezó en Chile un mes de agosto que parecía no tener fin. Sin embargo, todo ciclo termina. La experiencia muestra que en algunos casos no sobrevivimos porque nos desanimamos y perdemos una visión amplia y de largo plazo. Es ya casi común decir que se gana o se pierde primero en la cabeza antes que en los hechos.
El management eficiente o manejo profesional de una compañía se basa en la anticipación. Para poder anticipar tenemos que haber respondido previamente a tres preguntas: hacia dónde queremos ir, cómo lo vamos a hacer y de qué manera sabremos si avanzamos o no. Y ajustarse con voluntad a las respuestas dadas sin cambiar de rumbo cada vez que nos parece que las cosas no salen justo como queremos, sino que realmente cuando hay que cambiar.
¡Resulta excelente que estén apareciendo por aquí y por acá signos de reactivación en Chile y uno de ellos pareciera ser que estamos aprendiendo a pasar agosto anticipando y con serenidad!